Todo fluye y refluye, sube y baja, crece y decrece, va y viene de acuerdo con esta ley maravillosa.
Nada tiene de extraño que todo oscile, que todo esté sometido al vaivén del tiempo, que todo evolucione e involucione.
En un extremo del péndulo está la alegría, en el otro el dolor; todas nuestras emociones, pensamientos, deseos, oscilan de acuerdo con la Ley del Péndulo.
Esperanza y desesperación, pesimismo y optimismo, pasión y dolor, triunfo y fracaso, ganancia y pérdida, corresponden ciertamente a los dos extremos del movimiento pendular.
Surgió Egipto con todo su poderío y señoría a orillas del río sagrado, más cuando el péndulo se fue al otro lado, cuando se levantó por el extremo opuesto cayó el país de los faraones y se levantó Jerusalem, la ciudad querida de los Profetas.
Así en la vida de los humanos las emociones hacen que haya momentos felices y momentos tristes, momentos y gloria y triunfo y otros de tristeza y perdida... pero para aquel que aprende a dominarse a si mismo, a no dejarse llevar por las cosas materiales evitando así que sus emociones se disparen, esta ley queda sin efecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario