Para que este mundo sublime de la supraconsciencia pueda aflorar a la superficie y expresarse, el hombre tiene que dejarse llevar por ciertos impulsos superiores; pero, evidentemente, es necesario un trabajo previo de organización y de purificación interna para abrir algunos caminos hasta esta región elevada de la conciencia superior; sólo entonces se desencadenarán corrientes divinas de pura luz, de pura música, de pura inspiración. de la inconsciencia en los reinos inferiores pasamos a la consciencia del reino humano, y de la consciencia humana pasamos a la supraconsciencia divina, que es el estado natural del alma. sí, el alma divina es supraconsciente ya queveel mundo de las causas, del origen de todos los efectos y procesos de la vida.
curiosamente, ser más consciente quiere decir precisamente ser menos inconscientes, con lo cual podemos deducir, que debemos ganar terreno al subconsciente, iluminarlo para que éste forme parte del consciente. Una vez que nuestro pequeño consciente vaya recuperando la capacidad de utilizar esa parte del subconsciente que no podía controlar, es cuando empezamos realmente a ser supraconscientes, mucho más conscientes.
La intuición forma parte de la supraconciencia. La intuición es el instrumento del alma. La verdadera intuición -que todos los iniciados poseen- es el reconocimiento instantáneo de la verdadera naturaleza de las cosas. La intuición está justamente por encima del intelecto, y su función es de naturaleza divina y natural. Los animales poseen instinto, los hombres poseen intelecto, y los iniciados intuición. Son tres aspectos de un mismo patrón, pero bien diferenciados, cada uno pertenece a un reino aunque con una salvedad, el hombre puede desarrollar la capacidad de la intuición trascendiendo el intelecto en una misma vida, y convertirse en un iniciado, cosa que no puede hacer un animal por no estar individualizado.
Podemos hacer una tabla de correspondencias con estos tres aspectos, veamos:
Muchos filósofos, psicólogos y psicoanalistas han estudiado el problema de los diferentes niveles de la consciencia. Lo que han dicho es muy interesante, pero, a menudo, muy difícil de relacionar con la experiencia de la vida cotidiana. Por ello daremos un ejemplo sencillo que nos permitirá comprenderlo fácilmente:
“imaginad que en una caída habéis recibido un golpe violento en la cabeza y os habéis desmayado: estáis sumidos en la inconsciencia. Tratan de reanimaros y empezáis a moveros ligeramente, sin abrir aún los ojos: estáis en el estado de en los ejercicios espirituales de “alineamiento”, utilizamos una técnica, para alinear los tres cuerpos. Cuando los tres cuerpos: físico, astral y mental están alineados, y no molestan con sus vibraciones inferiores. En ese estado de quietud interior, es cuando el hombre puede actuar como alma humana, coherente, libre y controlador de los tres cuerpos. En ese punto de identificación superior con nuestra conciencia elevada, es cuando podemos trabajar para hacer contacto con su aspecto superior o alma divina.
Y esto se consigue con la meditación, y una vida espiritual -cuando hablamos de espiritualidad, no nos estamos refiriendo a la vida mística, o santurrona a la que estamos acostumbrados a creer. No se trata de aislarse del mundo y del pecado, como comúnmente se cree. Sino de establecer en el mundo cotidiano, en el mundo de todos los días y en cualquiera de sus diversos aspectos, un puente por el cual podamos expresar todo nuestro potencial de las mejores cualidades, consagrando inteligentemente cada obra, cada acto, cada palabra, para el bien común. Manifestando así; el espíritu en la materia; el reino de dios en la tierra....... (Eso es vivir espiritualmente y con plenitud).
Este aspecto del alma (alma humana) desarrolla habitualmente su actividad por medio de la mente concreta, habiendo sido proyectado desde el alma hasta el interior de la materia en el momento de la primera encarnación como auténtico ser humano. Durante el largo ciclo de encarnaciones este aspecto se va haciendo progresivamente más sensible a la carencia de su verdadero ser. La irresistible atracción de la afinidad de su propia identidad le impele a perseguir esa reunión como meta fundamental de su existencia, y ello promueve a la elevación espiritual, a la "búsqueda".
Es también llamada el alma total, y es la contraparte del alma individual o humana. Ella, de alguna forma, participa con el resto de las almas humanas, en los planos elevados, de la mística "comunión de los santos" de la que hablan las tradiciones cristianas. Nuestra alma divina es asistida y dirigida -en su experiencia evolutiva- por esas elevadas entidades que reciben esotéricamente el nombre de "ángeles solares".
Los ángeles solares, son realmente los arquetipos para el alma total, el modelo y el molde al cual deben ajustarse en su desarrollo. Son asimismo denominados hijos de la mente, y se les considera bajo esta óptica como frutos del pensamiento de la mente universal (mahat). Ellos imprimen las tónicas vibratorias para la expresión de las cualidades de razón, amor y voluntad puras que habrá en su día de corresponder a la armonía del alma total plenamente desarrollada.
Son señores de sacrificio y arquetipos de perfección humana. Reciben también el nombre de "dyanes de fuego" en la doctrina secreta. Ellos vinieron del corazón del sol (de ahí su nombre de ángeles solares), para ayudar en la evolución del hombre, esto tuvo lugar en la raza lemúrica ayudándonos a la individualización. Los ángeles solares pertenecen al quinto reino de la naturaleza o súper humano, y están unidos a cada hombre hasta que éste llegue a la cuarta iniciación. Son, por lo tanto, ángeles que en perfecta unión con el alma del hombre, les ayuda hasta que el espíritu puede hacerse cargo plenamente de su reflejo un hombre terrenal.
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