Es el espíritu, nuestro real ser el que está hecho a imagen y semejanza de dios. Por lo tanto en espíritu somos sus verdaderos hijos. Esta es la razón por la cual muchos no entienden como siendo el hombre tan imperfecto puede semejarse a dios que si es perfecto.
La clave para entenderlo radica en que el hombre cuando se identifica plenamente con su ser, con su espíritu, entonces, si que será como él, como su creador, como su padre celestial. Pero hasta entonces sólo podrá expresar una pequeña parte de su potencial, sólo un reflejo tenue de su divinidad inmanente, sólo podrá exteriorizar su yo inferior, el alma humana o animal.
Al espíritu se le denomina de varias maneras, dependiendo de las diferentes escuelas filosóficas que haya. Algunos de estos nombres son: Espíritu, Mónada, Ser, Esencia, Hijo, Yo Divino (que no hay que confundirlo, con nuestro Yo superior, que es nuestra Alma Divina).
La tradición esotérica nos enseña, así como numerosas filosofías (sobre todo orientales), que cada hombre es un dios, porque somos parte de él y él parte de nosotros. No hay nada de profano en ello, nada de soberbio o rebeldía por nuestra parte, sino que es la verdadera herencia que cada hombre posee por primogenitura esencial.
El hombre todavía no ha comprendido esto, y hasta que no lo entienda será desgraciado interiormente. el famoso escritor y dramaturgo William Shakespeare (quien fue avanzado en su tiempo) supo hacer una reflexión muy significativa al respecto, cuando dijo:, “ ser o no ser, he ahí la cuestión ”. En verdad él había dado en el blanco, pues, el hombre puede o no ser, depende de su evolución alcanzada. Cuanto más se es, mayor es el nivel espiritual alcanzado. Mientras que, cuanto menos estemos identificados con nuestro ser, nuestro espíritu, menor será nuestro grado de desarrollo, y menos capacidad expansiva tendremos. Es por todo ello, una reflexión muy significativa y veraz.
La Mónada (espíritu), permanece siempre, al principio de la creación, en su propio plano, plano Monádico. y su primer esfuerzo consiste en descender, materializarse, poco a poco, para poder paulatinamente recoger las experiencias necesarias para su propia evolución. Vemos pues, como a medida que desciende de nivel, se va revistiendo de materia y materia cada vez más densa, con el doble propósito de divinizar la materia y materializar el espíritu, en todos los planos de la creación. Alguien por supuesto podría decir: “si el espíritu es tan perfecto y puro ¿qué necesidad tiene de evolucionar o encarnarse en la tierra?, bien, debemos entender que el espíritu es puro, divino, pero no perfecto o absolutamente sabio. De ahí la voluntaria necesidad de experimentar y crecer hacia niveles más elevados de divinidad.
La Mónada es omnisciente en su propio plano, pero inconsciente en todos los demás, y para remediar esta condición deben velarse en sucesivas capas (como dijimos anteriormente) de materia, cada vez más densa con objeto de llegar a ser omnisciente en todos los planos, y capaz de responder a cualquier tipo de vibraciones. El espíritu (Mónada) es descrito como "hijos que moran desde el principio de una edad creadora en el seno del padre" y que "no han alcanzado todavía perfección por el sufrimiento". Cada una de ellas es igual al padre en cuanto a su naturaleza divina, como se dice en el credo de Atanasio. Cada una de ellas ha de penetrar en la materia para "hacer todas las cosas sujetas a ella" (primera epístola de san pablo a los corintios,xv, 28). Ha de ser "sembrada de debilidad" para que pueda ser “resucitada en poder” (ibid.,xv, 43)
Realmente no es en sí el espíritu el que desciende (ya que éste no podría hacerlo por su elevada vibración) sino una especie de avanzadilla de su propia conciencia, denominada esotéricamente (sutratma) o "hilo de vida", y en él se ensartan los átomos permanentes como las perlas en un collar. Estos átomos tienen la particularidad de existir uno en cada plano, y de ser permanentes, recogiendo, almacenando y asimilando todas las experiencias relativas a ese plano concreto. Con lo cual nada se pierde, ninguna experiencia se olvida tras la muerte, sino que es almacenada allí, permitiendo la evolución de una forma continuada, sin pérdidas ni olvidos. De esta manera, poco a poco pero con seguridad, puede ir descendiendo de plano, hasta el último, o plano físico denso. Desde ese punto empieza la ascensión, la evolución, ya que lo anterior, el descenso a la materia, era la involución del espíritu a la forma.
Vemos pues, cómo las monadas van dando vida a todos los reinos de la naturaleza: el mineral, vegetal, animal y humano. naturalmente a medida que cada reino va evolucionando se acerca cada vez más al prototipo divino, al diseño originario del creador. Y es en el ser humano, en el hombre donde se produce la más grande metamorfosis de nuestro sistema solar, la "individualización" ¿y en qué consiste la individualización para que sea tan importante? es el resultado de la entrada directa del espíritu en un cuerpo físico, a niveles superiores, que es lo que llamamos el “hombre”. He ahí su trascendental importancia. La individualización del animal y la formación de un cuerpo causal cono vehículo del alma le permite el paso al cuarto reino de la naturaleza, el humano.
Ahora utilizaremos las claves analógicas pues allí están contenidas todas las respuestas. Puesto que la misma estructura ha presidido toda la creación -sólo con pequeñas modificaciones en los diferentes niveles-. Volvemos a encontrar por todas partes esta misma división en tres: forma, contenido y significado; o bien, cuerpo, alma y espíritu. ---toma un huevo... sí, un huevo nos lo explicará todo. Por eso el huevo es un símbolo tan importante en la tradición iniciática. Está hecho a imagen del universo. Abrelo. ¿Qué vemos? la yema, que contiene el germen de la vida; la clara, es decir, la albúmina; y, finalmente, la cáscara. La yema es el espíritu; la clara es el alma; la cáscara es el cuerpo. El germen, pues está en el centro; la clara, en medio; y la cáscara en la periferia. (La célula está también construida siguiendo este mismo esquema: todas las células tienen un núcleo, un citoplasma y una membrana). Y qué pasa cuando se rompe la cáscara de un huevo, ¿qué sucede? todo se derrama y la vida se va. Igual que la cáscara, el cuerpo sirve para proteger la vida, es decir, el alma y el espíritu. Cuando el cuerpo se rompe, la vida se va, el alma y el espíritu le abandonan. ¿Qué es pues el alma? al igual que la clara del huevo, el alma es portadora de todos los elementos nutritivos necesarios para el mantenimiento de la vida. Pero la vida misma procede del espíritu: el germen no se encuentra en la clara sino en la yema. De la misma manera, la vida, la verdadera vida, se encuentra en el espíritu, y el alma la sostiene, la alimenta, la hace circular. ¿Cómo lo sabemos? porque es algo evidente, está ahí, delante de nosotros, ¡la naturaleza lo expone todo ante nuestros ojos!...
Pero, lo que también no hay que olvidar es que, aún cuando los presentemos como realidades diferentes, el espíritu, el alma y el cuerpo, estos son de la misma esencia. Lo que difiere es la consistencia, el grado de materialización: el cuerpo es espíritu condensado; el espíritu es cuerpo ((sutilizado)), y el alma es el intermediario entre ambos. Por esta razón los alquimistas enseñan que sólo existe una materia única y que, a partir de esta materia, por grados de condensación diferentes, se produjeron los metales, los cristales, las flores, la carne de los animales, de los humanos, el aire, el fuego, etc... ¡Cómo dieron en el clavo!. Entonces, ¿qué es el cuerpo físico? Es el espíritu condensado. ¿Y qué es el espíritu? es materia diluida, sutilizada hasta adquirir el estado más inmaterial. por eso los alquimistas dicen también que con ((solve)) y ((coagula)) todas las operaciones son posibles. ¿Y cómo? gracias al calor. El calor, en un grado más o menos elevado, actúa sobre la materia para darle diferentes formas, diferentes consistencias. El fuego es, pues, el agente mágico que da a cada cosa su forma y su naturaleza; el oro posee cierta cantidad de calor, la plata otra, el plomo aún otra distinta, etc. si el adepto encuentra este fuego, este agente mágico, dentro de sí mismo, puede transmutar el plomo en plata o el hierro en oro, o inversamente. Sólo que, naturalmente, este fuego de los alquimistas no era el fuego de los palanqueros y de los herreros, sino el fuego sutil, el fuego oculto, el fuego filosófico.
Veamos lo que nos dijo Hermes trismegisto en la “tabla de esmeralda” al respecto: ((y puesto que todas las cosas son uno y provienen del uno, por mediación del uno, así todas las cosas han nacido de esta única cosa por adaptación))
Vamos ahora a estudiar serenamente algunos conceptos que nos harán comprender mejor la naturaleza psíquica del individuo. La mayoría de estos conceptos son utilizados sin verdadero conocimiento de causa, tanto en nuestras cotidianas conversaciones, como en algunos escritos seudo-filosóficos o seudo-religiosos. Para una mayor aclaración, vamos a detenernos sobre ellos con el fin de despejar algunas dudas, y clarificar en la medida de nuestras posibilidades su real ubicación dentro del esquema psicológico y espiritual del ser humano.
Muy buena explicación sobre el tema ; aquellos que estamos en un sendero espiritual lo sabemos . Gracias
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ResponderEliminarme gusta. Gracias :) השם
ResponderEliminarmuy buen articulo
ResponderEliminarGracias por la publicación. Me despejo muchas dudas tu explicación sobre la monada en lo referido a lo espiritual. Namaste
ResponderEliminarMuy interesante para el conocimiento del ser
ResponderEliminarNamaste 💗
Gracias¡ yo nunca habia sabido bien q eran las monadas. Ahora me quedo mas claro
ResponderEliminarMuchas Gracias un buen informe buena explicación.
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